Las pequeñas cosas - no hay nada más grande
Cada pequeño detalle tiene una importancia inmensa, que sólo puede percibirse en retrospectiva.
Llevo poco más de 7 años profundamente inmerso en the branding people®, acumulando infinitos aprendizajes, cometiendo errores y alguna que otra victoria involuntaria de vez en cuando. A día de hoy puedo decir que lo más complicado y lo que más tiempo consume de llevar un estudio de branding no tiene nada que ver con el aspecto "cool" que puedas ver en las redes sociales.
Los temas que ocupan mi cabeza estos días están tan lejos de los que me gustaría poder discutir en una noche de viernes infusionada con mezcal con mis compañeros profesionales creativos: el discurso de la práctica y el diseño. Lo verdaderamente pesado que gira en torno a mi cerebro en estos momentos son números, impuestos, estructuras, procesos, contratos, cobros, organigramas y un largo etcétera.
Cada pequeño detalle tiene una importancia inmensa, que sólo se percibe en retrospectiva. Te das cuenta de que la cláusula de un contrato de la que no querías ocuparte en ese momento puede convertirse en cuatro semanas de trabajo extra para el equipo de diseño, o que esa pregunta que tenías en la sesión informativa pero decidiste no hacer resultó ser clave para el proyecto y habría supuesto una gran claridad en las fases conceptuales del mismo. Estas piedrecitas en el camino se convierten en aprendizajes que empiezas a coleccionar y atesorar, de modo que la próxima vez que se presente una situación estés mejor preparado para ella.
Este marco sustenta los cimientos del estudio; las cosas que nadie te explica nunca son las que, sin ellas, es imposible seguir creciendo como empresa. Este negocio "superguay" de diseñar marcas desde cero está teñido discretamente de la misma estructura que un despacho de contabilidad, una empresa minorista o una start-up tecnológica y la clave para hacerlo o romperlo está en los detalles.
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