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Eduardo Ramón Trejo | 14 January, 2019

Ciudades y Branding

En su libro "Ciudades invisibles", Italo Calvino hace una detallada descripción de ciudades inexistentes en las que sus características físicas y metafóricas las hacen únicas, entre laberintos de calles, señales, edificios y lenguajes propios. Algo parecido ocurre con las ciudades de la vida real, y el branding es uno de esos elementos que contribuyen a la creación de la identidad visual de la metrópoli.

Tomemos como ejemplo la ciudad de México y su colorida identidad visual para el sistema de Metro. La iconografía que en parte fue creada por el controvertido Lance Wyman responde no sólo a una razón utilitaria sino que nace del imaginario popular; esa mezcla de referencias prehispánicas y elementos cotidianos que funcionan como mecanismo de identificación visual a partir de su contexto y se convierte en el contexto mismo. Una especie de "homenaje visual" que no se siente alejado de su ecosistema y su función.

Otro ejemplo es Perú con su identidad gráfica realizada en 2011. Para mostrar una cara renovada al turismo internacional, se diseñó un sistema visual que retoma la gran herencia cultural inca y sus líneas de Nazca para crear un logotipo en el que un solo elemento, en este caso, una espiral, crea una narrativa visual que unifica su comunicación y se convierte en un estándar reconocible en todo el mundo.

Más allá de las tendencias en diseño y la búsqueda de la "estética", las ciudades y sus gobiernos deben buscar crear su lenguaje, cultural y estéticamente hablando, que no sólo sea funcional para sus habitantes y sus turistas, sino que sea una extensión de su esencia visual que se mezcle cómodamente con su contexto.